27 agosto 2013

Una lectura recomendada



Cuando Lucía me recomendó este libro no podía adivinar hasta qué punto iba a interesarme. No es la típica lectura que me gusta emprender en verano, me inclino más por novelas gruesas y densas que abundan en personajes apasionantes  y en tramas entrelazadas de tal manera que te “enganchan” sin encontrar el momento de abandonar la historia, ya sea a costa de robar el espacio de la deliciosa  siesta veraniega o las horas al sueño nocturno. Son ese tipo de lujos que sólo se pueden alcanzar  en vacaciones, libres de horarios y obligaciones ineludibles. Pero Los desorientados, título que encierra  un sutil doble sentido, no es precisamente ese tipo de novela, no se puede leer ligeramente. Exige una concentración  y un ritmo pausado que permita asimilar y digerir las  profundas reflexiones que el autor va dejando caer. Lo que parecía una trama  más o menos previsible de  un grupo de amigos que se reencuentra después de los años, con las correspondientes  dosis de nostalgia, afectos y desafecciones, cuentas pendientes por cerrar  y diversas peripecias vitales marcadas por la guerra, se transforma en muchos pasajes en un lúcido ensayo  sobre las claves del mundo actual, los fundamentos históricos y azarosos que nos han llevado a donde estamos y en  una inquietante premonición de lo que este siglo XXI nos depara. “El siglo XX ha sido el de las monstruosidades laicas; el siglo XXI, será todo lo contrario, la vuelta al palo (…) El comunismo sometió a los hombres en nombre de la igualdad; el capitalismo los somete en nombre de la libertad económica”. Menos mal que en algún momento de la lectura, el autor también nos reconforta con otra cita: “Más vale equivocarse en la esperanza que acertar en la desesperación”, ¿quizá porque está deseando profundamente no acertar en sus vaticinios? Por si todo esto no fuera bastante, también el libro es un buen tratado sobre la infancia perdida y las sinceras amistades juveniles  capaces de resistir los embates de la distancia, el tiempo y la decepción; sin dejar de apuntar algunas reflexiones sobre otros aspectos de la condición humana. En definitiva, una lectura muy recomendable.
P.C.


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