24 septiembre 2012

Un libro para adultos

"Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas". Fácilmente puede uno evocar la célebre cita de Rabindranath Tagore nada más pasar la última página de Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea. La sensación agridulce que provoca la lectura de este delicioso libro de una autora novel (sí, con la v de nueva y la v de joven) se ajusta perfectamente a este pensamiento del poeta.  Un libro PARA ADULTOS en el que a través de la voz de un niño se plantean temas de rabiosa actualidad: la ruptura  familiar, el racismo, la rebeldía ostentosa de los adolescentes de hoy, la interculturalidad y ... el terrorismo. Porque es precisamente un atentado terrorista que provoca la muerte de una de las hermanas de Jamie, el niño protagonista y narrador de la historia, a quien es imposible no empezar a querer desde la primera página del libro. Un niño que busca el cariño de unos adultos que de alguna manera también murieron aquel fatídico día y que trata de crecer y ser feliz en el sombrío paisaje que se instaló en la vidafamiliar. Su pertinaz insistencia conseguirá resquebrajar el caparazón  defensivo de su  hermana Jasmine y abrir una vía por la que circule la demostración de su afecto. Que su mejor amiga sea una compañera musulmana pone el contrapunto necesario e inocente (en el mejor sentido de la palabra) a la ceguera de esos adultos ensimismados en el dolor y el  odio. En definitiva, un libro muy recomendable que podréis encontrar en breve en la Biblioteca del cole.


17 septiembre 2012

Volveré a la escuela (Ana Frank)


“Cuando pueda salir a la calle de nuevo, estaré tan contenta que no sabré por dónde empezar… Tendremos una casa propia, alguien me ayudará con los deberes. En otras palabras, ¡volveré a la escuela!”.
Ana Frank

Recomendable artículo de Elvira Lindo sobre sus sensaciones al pisar el Museo de la casa de Ana Frank en Amsterdam. Reflexiones siempre necesarias a la luz del Diario y muy oportunas en este momento en el que nuestros niños y niñas vuelven a la escuela.

Querer entrar y no atreverme. Esos eran los sentimientos encontrados que tenía cuando, de paseo por el Prinsengracht de Ámsterdam, contemplaba la cola de turistas que se organiza a diario a las puertas del edificio donde Anna Frank y su familia se escondieron durante dos años. Querer entrar, pero temer que la exposición del sufrimiento fuera banal, que la puesta en escena frivolizara sobre una historia tan bien contada. Porque este deseo contenido tenía lugar en los mismos días en que leía Anna Frank. El diario de una joven, uno de esos libros que todos creemos haber leído en la juventud, pero del que a menudo solo tenemos noción de algunas páginas. Lecturas para las que ahora me doy cuenta de que no estaba humanamente preparada y que exigen una relectura que las sitúe en el lugar que merecen. Como lectora adolescente establecí una simpatía inmediata con la joven diarista que contaba su versión de una experiencia solo apta para adultos; la lectora madura que soy entiende la magnitud de la tragedia y eso multiplica el valor de lo que lee (...)