18 noviembre 2011

Amo y capitán. Segunda contraseña

Soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.


En estas vísperas de elecciones, en las que quien más quien menos tiene algún sentimiento escondido o encontrado o expectante o esperanzado o desesperado o indignado o ... con respecto a los resultados del próximo domingo, no podemos dejar de poner en valor el potencial de cada uno de los individuos con respecto a su propio destino personal y por eso vienen al caso estos dos hermosos versos que forman parte del poema Invictus de William Ernest Henley. Poema que hizo pasar a la historia de la literatura inglesa a su autor y fue fundamental un siglo más tarde para que Nelson Mandela consiguiera mantener el ánimo a fuerza de recitárselo a sí mismo durante su largo e injusto cautiverio en las cárceles de Sudáfrica en tiempos del Appartheid.Unos años más tarde serviría de título para la magnifica película de Clint Eastwood.

Aquí os dejamos el poema completo en español y en su idioma original, el inglés. Recomendamos su lectura en voz alta, para comprender la fuerza que insunfló en el ánimo del que más tarde llegaría a ser el primer presidente democrático de su país.

INVICTUS


Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

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