14 abril 2011

Yo recito, tú recitas, ...

Nuestras IV Jornadas de abril tienen un carácter marcadamente científico pero no podíamos dejar de incluir en ellas un espacio para la poesía. Los días 7 y 14 de abril hemos contado con una colaboración excepcional en este campo, la de la Asociación Literaria Rey Fernando de Aragón y la "abuelita Inés" (Inés Mozota de Baya). Si el día 7 lo dedicaron a juegos poéticos con los niños y niñas de 1º y 2º de E. Primaria, hoy, 14 de abril, hemos llenado el aire del colegio con las canciones y retahílas antiguas con las que Inés ha embrujado a los pequeños de E. Infantil y los poemas de Miguel Hernández, Machado, Alberti, García Lorca, Espronceda, y muchos otros en las voces de Amparo Sanz, Chema Sanz y Luis Trébol. Entre las poesías de esos "otros" estaban también las compuestas por ellos mismos y por los propios niños y niñas del público para quienes ha sido toda una sorpresa escuchar que poetas reconocidos recitaban sus poemas junto con los de los autores que encuentran en sus libros. Ha habido quien se ha puesto colorado e incluso alguna que se mostraba totalmente desbordada por la emoción.














Uno de los momentos cumbres se ha producido cuando Luis recitaba La canción del pirata con voz de eso, de pirata, e invitaba al auditorio a gritar con él los famosos versos de Espronceda: Que es mi barco, mi tesoro/que es mi dios, la libertad ... Conforme la sesión avanzaba, los niños y niñas y los propios profesores se han ido animando y saliendo al estrado a recitar poemas elegidos para el momento, de tal manera que nadie quería que terminara el acto sin que llegar su ocasión e incluso había quien quería repetir. No hemos tenido más remedio que hacerles prometer a los tres poetas que volverían otra vez.

Muchas gracias por habernos dado esta buena lección literaria, gracias por la acertada elección de los poemas y por su excelente lectura.

Os dejamos un poema de Liliana Cinetto que ha gustado mucho a los niños:

AMOR CON FALTAS DE ORTOGRAFÍA

Él le escribía mil cartas
que ella nunca respondía.
Eran cartas con amor
y faltas de ortografía.
En laberintos de letras
se perdía a cada instante.
Sus mensajes tropezaban
con todas las consonantes.
Nunca encontraba la erre
y le faltaban las comas
o en lugar de usar la ge
ponía siempre la jota.
En el mar de las palabras
naufragaba cada día
su amor que no respetaba
las reglas de ortografía.
Necesitaba la zeta
para poder abrazarla.
Con las haches que sobraban,
sería imposible amarla.
Enredado en alfabetos,
buscaba su corazón
cómo decir que la amaba
sin signos de puntuación.
Con litros de tinta verde
lo ayudaba la maestra
y corregía las cartas
que no tenían respuesta.
Pero ella seguía ignorándolo
y él decidió hablarle un día.
(Al fin y al cabo no hablaba
con faltas de ortografia).
Le dijo que la quería
con todo el abecedario.
Prometió estudiar las reglas
y comprarse un diccionario.
Ella aceptó y los dos juntos
escriben desde ese día
su hermosa historia de amor
sin faltas de ortografía.

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