Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
Nos hemos acordado de este poema de Goytisolo leyendo la publicación de Carmen Sánchez Gonzalo en la página de Facebook La Historia de Aragón contada por Petronila, una interesante reflexión sobre la verdadera naturaleza de las brujas (hermosas, sanadoras, sabias, generosas ...) y las numerosas referencias existentes en la toponimia aragonesa.
Mitología aragonesa
BRUIXAS
La toponimia dedicada a las brujas en Aragón es muy amplia, da la impresión de que abundaban y los espantabrujas de los tejados pirenaicos también dan razón del temor que provocaban.
A menudo denostadas,nos han vendido a las brujas con una una imagen terrorífica que dista mucho de lo que verdaderamente fueron.
En la antigüedad, los pobladores del Alto Aragón, sobre todo del mundo rural, recurrían a curanderos locales, magas, magos, hechiceros y hechiceras para sanar de las enfermedades. La incultura y escasos conocimientos de la población atribuían todo lo inexplicable a fuerzas o agentes sobrenaturales.
Los expertos en brujería coinciden en que las mujeres consideradas en la Edad Media como tales no tenían necesariamente el sentido negativo con el que han pasado a la posteridad y que incluso eran conocidas por hacer el bien a quienes les rodeaban. Lejos de ser mujeres sucias, con verrugas y que surcan el cielo montadas en una escoba, las brujas también eran jóvenes bellas que utilizaban sus conocimientos para hacer el bien a la comunidad. Así, en años de pestes, hambrunas y guerras, las "brujas buenas" curaban a los enfermos con hierbas, ayudaban a las parturientas a dar a luz y hacían surgir parejas gracias a sus "filtros de amor".
En la Edad Media comienza la persecución de todos los ritos paganos y todo lo que no es cristiano es perseguido por su presunta vinculación con el maligno. Sin embargo, es con la Contrarreforma y con los distintos cismas protestantes cuando la persecución de la brujería se agudiza.
En Aragón, el término bruja aparece registrado documentalmente por vez primera en las Ordinaciones y Paramientos de Barbastro de 1396, en las que se condena a bruxos y bruxas sin especificar qué delincuentes quedaban encuadrados bajo esta denominación. Se deduce que estas palabras eran utilizadas con un sentido muy genérico, al que posteriormente se asimilan con significado parecido otras como feitillera, sortílega, emponzoñadora, nigromántica...
La bula Summis desiderantis affectibus (1484) del Papa Inocencio VIII legitimó la persecución de brujas, su tortura y ejecución, generalmente en la hoguera.
En este escenario, las brujas, poseedoras de remedios curativos y creadoras de pócimas mágicas fueron víctimas de una sociedad que las consideró invocadoras del propio demonio y herejes. Muchas de ellas acabarían acusadas y ajusticiadas ante el Tribunal del Santo Oficio y sus famosas hogueras “purificadoras”.
También tendría algo que ver el mayor éxito de los remedios que preparaban estas hechiceras quizás por ser poseedoras de un mayor conocimiento de las plantas y animales de los que obtenían la materia prima para la elaboración de sus milagrosas pócimas.
Si a todo lo citado, añadimos que a lo largo de la historia se ha considerado a la mujer como encarnación del pecado y la tentación, el mero hecho de que pudiera desempeñar una labor casi “milagrosa” suscitó temor, rechazo y la propagación de un sin fin de leyendas que sin duda han transcendido hasta nuestros días.
Los sectores religiosos más radicales interpretaban que los poderes le venían a la bruja por pacto diabólico.
Para un grupo muy amplio de población, los poderes venían de la posesión de libros y papeles mágicos, en especial el libro de San Cipriano; para otros era, simplemente, que nacían con poderes y otros negaban toda realidad a los poderes de la bruja, diciendo que eran mentiras (o efectos del vino o de la falta de luz) o bien sólo se limitaban para asuntos de encuentros amorosos.
Nos encontramos con poderosas mujeres aragonesas que fueron acusadas de brujas en distintos momentos de la Historia: Dominica la Coja de Pozán, la vieja Narbona de Cenarbe, Margarita Escuder y Juana Bardají de Tamarite, Águeda Cisneros de Tarazona Las Galgas y la Tía Casca de Trasmoz, Marta Morera de Monroyo…Cristineta de Alcolea, Urganda de Fraga…y aquellas de las que nos ha llegado su historia pero no su nombre.
TOPONIMIA EN ARAGÓN:
Cueva de las Brujas- Echo, Sarsa de Surta, Cantavieja,
Era de las Brujas- Castiello
Ereta de la Bruja- Cotiella, Alcañiz,
Bosque de las Bruixas-Tramacastilla
Caseta de las Brujas- Gavín, Barranco de Aratiecho en Biescas, Tolva,
Forato d’as Bruixas- Morcat
Tozal de las Bruixas- LÀínsa, Labuerda y Arro, Binaced
Peña de las Brujas- Plan, Tramaced
Peña de la Bruja- Biel
Peñón de las Brujas- Salas Altas (donde se convertían en gatos)
Roca de las Brujas- Azanuy
Font de las Bruixas y Casa de las Bruixas- Ribagorza
Callizo de las Brujas- Ayerbe
Cerro de las brujas- Fuencalderas, Fuencalderas
Casetón de la Bruja-Belillas
Carrascal de las Brujas- Alcalá de Gurrea
Barranco de las Brujas- Naval, Hoz de Barbastro, Sos del Rey Católico
Senda de las Brujas- Castejón del Puente
Aventador de la Bruja y Placeta de la Bruja- Ontiñena
Acequia y Camino de las Brujas- Binéfar
Torre de las Brujas- Tiermas
Piedra de las Brujas- en las Hoces del Río Piedra
Pueblo de las Brujas, como se conoce a Jabaloyas
La lista podría ser interminable...
Por cierto, aprovechamos para recomendar un libro de una autora aragonesa: Regreso a tu piel de Luz Gabás. Los adultos que se adentren en su lectura tendrán posibilidad de entender un poco mejor lo injustamente tratado que ha sido el tema de las brujas y la brujería a partir de
los terribles sucesos acaecidos en un pequeño pueblo de la Ribagorza a finales del siglo XVI.