vivo sin vivir en mí
(como la santa poeta).
Me quieren cambiar el nombre,
dejarme sin mi apellido,
sin historia, sin familia...
Yo quiero que tú comprendas
que esto no es tontería,
que ser nieta de filósofos
o nacer en Syracusa
nunca puede ser lo mismo
que el abuelo cante pop
en un club de Liverpol.
Yo era casi único testigo
en los libros y en las aulas
de tiempos sabios de antaño,
de la historia de este lado;
Como mi tocaya y prima
que comparte mi destino,
conservábamos esencias
de la cultura fenicia.
Yo y ella, ella y yo,
huérfanas y desnudas,
ambas perdemos el rumbo,
náufragas en mar de olvidos.
Mi apellido arrastra al suyo,
deshace los parentescos
y nos deja sin pasado,
sin raíces, sin futuro.
Yo viajé hasta el otro mundo,
me amoldé a nuevos acentos,
me cambiaron a su antojo,
embellecieron mis tonos.
Pero no quiero uniformes
que oculten otros encantos,
que ignoren de dónde vengo,
que desprecien mi legado.
Yo ruego que este lamento
corra mucho, llegue a tiempo,
cruce el charco, llegue lejos,
al mismo país de México,
o Méjico, si usted gusta,
pues en tal caso se supo
respetar el viejo uso.
P.C.
Nota: En un blog en el que nos proponemos fomentar la lectura, sobre todo, el placer de la lectura, me parece importante esta reflexión (mejor, lamento) por la "desaparición" de una de las letras más significativas del alfabeto latino. (hermosa combinación de nombre y adjetivo, análoga a las de las dos letras cambiadas)
(como la santa poeta).
Me quieren cambiar el nombre,
dejarme sin mi apellido,
sin historia, sin familia...
Yo quiero que tú comprendas
que esto no es tontería,
que ser nieta de filósofos
o nacer en Syracusa
nunca puede ser lo mismo
que el abuelo cante pop
en un club de Liverpol.
Yo era casi único testigo
en los libros y en las aulas
de tiempos sabios de antaño,
de la historia de este lado;
Como mi tocaya y prima
que comparte mi destino,
conservábamos esencias
de la cultura fenicia.
Yo y ella, ella y yo,
huérfanas y desnudas,
ambas perdemos el rumbo,
náufragas en mar de olvidos.
Mi apellido arrastra al suyo,
deshace los parentescos
y nos deja sin pasado,
sin raíces, sin futuro.
Yo viajé hasta el otro mundo,
me amoldé a nuevos acentos,
me cambiaron a su antojo,
embellecieron mis tonos.
Pero no quiero uniformes
que oculten otros encantos,
que ignoren de dónde vengo,
que desprecien mi legado.
Yo ruego que este lamento
corra mucho, llegue a tiempo,
cruce el charco, llegue lejos,
al mismo país de México,
o Méjico, si usted gusta,
pues en tal caso se supo
respetar el viejo uso.
P.C.
Nota: En un blog en el que nos proponemos fomentar la lectura, sobre todo, el placer de la lectura, me parece importante esta reflexión (mejor, lamento) por la "desaparición" de una de las letras más significativas del alfabeto latino. (hermosa combinación de nombre y adjetivo, análoga a las de las dos letras cambiadas)