Aunque no habíamos dado cuenta de ello, el grupo de lectura del cole se puso en marcha al poco tiempo de iniciarse el curso escolar. Lo constituye un animoso equipo de madres (algún papá también) y profes que se reúnen cada quince días para comentar y proponer lecturas así como para organizar otras actividades en torno a ellas. Algunas clases ya recibieron su visita unos días antes de navidad y disfrutaron con los cuentos que les contaron. Para estas vacaciones se pusieron deberes. Sabemos que han leído un libro de título muy apropiado para ellos, El lector de Bernard Schlink. Una obra a la que muchos nos aproximamos a través del cine, con la película del año 2008 dirigida por Stephen Daldry y ganadora de múltiples premios.
Invitamos al grupo de lectura a compartir en este blog sus opiniones y comentarios con respecto al libro y/o la película. Por supuesto, la invitación se hace extensiva a cuantas personas os acercais a esta ventana. Gracias.
Invitamos al grupo de lectura a compartir en este blog sus opiniones y comentarios con respecto al libro y/o la película. Por supuesto, la invitación se hace extensiva a cuantas personas os acercais a esta ventana. Gracias.
2 comentarios:
Durante estas vacaciones disfruté de esta historia de amor, tan compleja por el escenario de la Alemania nazi y a la vez, tan habitual por las dificultades comunicativas entre las personas. Anteriormente vi la película, y en ese caso, enriquece al texto (no suele ser frecuente), tanto los actores como la fotografía y la banda sonora son brillantes.
Contrariamente a mis costumbres, primero vi la película y ahora he leído el libro. Podría extenderme largamente en esa estrecha y conflictiva relación entre la literatura y el cine pero sólo diré que, en mi opinión, en general siempre la palabra complementa las imágenes. En este caso, al margen de la historia principal en la que tampoco voy a entrar por razones de espacio, quiero destacar que me ha resultado muy agradable revivir con la lectura mis propias sensaciones infantiles del camino de vuelta a casa desde el colegio o las del niño (la niña, en mi caso) enferma. Y es que la literatura, entre sus muchas virtudes, incluye la posibilidad de hacernos vivir más intensamente o revivir a través de la mirada de otros nuestra propia vida.
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