Cuando Lucía me recomendó este
libro no podía adivinar hasta qué punto iba a interesarme. No es la típica
lectura que me gusta emprender en verano, me inclino más por novelas
gruesas y densas que abundan en personajes apasionantes y en tramas entrelazadas de tal manera que te
“enganchan” sin encontrar el momento de abandonar la historia, ya sea a costa
de robar el espacio de la deliciosa
siesta veraniega o las horas al sueño nocturno. Son ese tipo de lujos
que sólo se pueden alcanzar en
vacaciones, libres de horarios y obligaciones ineludibles. Pero Los desorientados,
título que encierra un sutil doble sentido, no es precisamente ese tipo de
novela, no se puede leer ligeramente. Exige una concentración y un ritmo pausado que permita asimilar y digerir
las profundas reflexiones que el autor
va dejando caer. Lo que parecía una trama más o menos previsible de un grupo de amigos que se reencuentra
después de los años, con las correspondientes dosis de nostalgia, afectos y desafecciones,
cuentas pendientes por cerrar y diversas
peripecias vitales marcadas por la guerra, se transforma en muchos pasajes en
un lúcido ensayo sobre las claves del
mundo actual, los fundamentos históricos y azarosos que nos han llevado a donde
estamos y en una inquietante premonición
de lo que este siglo XXI nos depara. “El
siglo XX ha sido el de las monstruosidades laicas; el siglo XXI, será todo lo
contrario, la vuelta al palo (…) El comunismo sometió a los hombres en nombre
de la igualdad; el capitalismo los somete en nombre de la libertad económica”.
Menos mal que en algún momento de la lectura, el autor también nos reconforta
con otra cita: “Más vale equivocarse en
la esperanza que acertar en la desesperación”, ¿quizá porque está deseando
profundamente no acertar en sus vaticinios? Por si todo esto no fuera bastante,
también el libro es un buen tratado sobre la infancia perdida y las sinceras
amistades juveniles capaces de resistir
los embates de la distancia, el tiempo y la decepción; sin dejar de apuntar
algunas reflexiones sobre otros aspectos de la condición humana. En definitiva, una lectura muy recomendable.
P.C.
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